
La incomodidad de lo correcto
Estar mal no es lo que realmente duele, es cuando lo reconoces. Es incomodísimo. Es tener que reconocer que eres capaz de ver y comprender cosas que en algún momento ni te pudiste imaginar. Y no se queda ahí. Tienes que entonces mirar el problema a la cara y decidir qué acción tomarás, si alguna.